La Traducción Bíblica y las Protestas que Desencadenaron Reformas - Sociedad Bíblica de Guatemala

Deberíamos hablar más de protestas reformadoras, que de reforma protestante.  Además, debemos aceptar que las hubo varias, en diferentes países, en diferentes tiempos, con diferentes personajes, y enfrentando a diversos adversarios.

En medio de todos estos movimientos, podemos señalar dos elementos que se mantuvieron en común, el primero de ellos fue la intolerancia de parte de las autoridades religiosas de aquellos momentos, reaccionando de manera violenta, persiguiendo, torturando y condenando a muerte a quienes manifestaban opiniones contrarias a las que se presentaban como lo oficialmente declarado y que, obligadamente, se tenía que aceptar.  La lista de los sacrificados es larga y lamentable.  De entre ella sobresalen algunos nombres, de los que hablaremos posteriormente.

El otro aspecto en común y al que le pondremos más atención en este artículo, es el esfuerzo de traducción de la Biblia a los idiomas maternos de las distintas naciones y pueblos.

Es importante resaltar que en cada uno de los movimientos reformadores de los siglos XIV, XV y XVI la traducción de la Biblia fue central.  Cada uno de los reformadores consideró la Biblia como el punto de partida para la transformación del individuo, la familia, la sociedad y las naciones.  El principio de “Solo la Escritura” se fue consolidando a lo largo de aquellos años y no surgió de la noche a la mañana, como en ocasiones se piensa.

Entre la Biblia y las personas de aquellos había un fuerte valladar, el idioma en el que se encontraba la Biblia.  La iglesia había declarado que la Biblia que se debía leer y estudiar debía estar en latín, manteniendo la tradición de la Vulgata Latina que venía desde el siglo IV con la traducción de Jerónimo.  Con el paso del tiempo, el latín se convirtió se quedó como un idioma de la liturgia y de la academia, en algunos casos.

La mayoría de la población de las naciones europeas no conocía el latín, no lo hablaban, no lo leían y, por lo tanto, la Biblia, permanecía cerrada para ellos, siendo el clero quienes se encargaban de administrar su contenido y enseñarlo al pueblo.  Aunque esta situación condujo a que se llegara a considerar de mayor autoridad las opiniones de las autoridades eclesiásticas que las enseñanzas de la Biblia, tenía más autoridad la tradición que la Biblia.  El pueblo casi no podía opinar, pues la Biblia se desconocía.

Personajes como Juan Hus, John Wycliffe, William Tyndale, Martín Lutero, y Casiodoro de Reina, entre los más relevantes, reaccionaron ante los abusos cometidos por parte de las autoridades de la iglesia y vieron la traducción bíblica como una urgente necesidad.

Parece ser que la iglesia olvidó su misión y se dedicó a explotar a los más pobres, comercializando la fe y la salvación.  En realidad, los reformadores buscaban una reforma intraeclesial a través de una profundización espiritual.  Desde los llamados «Precursores de la Reforma», como Juan Huss, se declaró la superioridad de la Biblia, este punto, rápidamente fue interpretado como un desafío a la autoridad clerical.  Una de las grandes carencias de los cristianos en aquellos tiempos era la ausencia casi total de la Biblia entre el pueblo, por dos factores principales, la Biblia solo estaba disponible en latín y, además, intencionalmente se negaba toda posibilidad de traducciones.  Los reformadores enfocaron sus esfuerzos por acercar la Biblia al pueblo por medio de las traducciones. 

Las distorsiones litúrgicas que por siglos había acumulado la iglesia, llegaron a niveles de total depravación, la proliferación de ritos y reliquias son una prueba de ello.  Por ejemplo, tener clavos de la cruz de Cristo, astillas de la cruz de Cristo, leche materna de María, el sudario de Cristo, huesos de los hombres fieles y otros artilugios, por los cuales se cobraba, si se quería tener acceso a ellos como medio de santificación y poder.  Otro terrible ejemplo, las indulgencias, por medio de las cuales las personas obtenían el perdón y los favores de la Gracia de Dios.  Se compraba el favor de Dios ¡Con dinero! Cada una de estas aberraciones no tienen ningún sustento bíblico, pero ¿Cómo podría saberlo el cristiano común si no tenía acceso a la Biblia?

Inspirados por diferentes pasajes de la Biblia, los reformadores protestaron contra los elaborados cultos y la complicada y minuciosa liturgia, evocando así, el mensaje de los profetas como Miqueas, Amós, Oseas y los otros.  Se tenían cultos suntuosos mientras los líderes religiosos vivían en completa corrupción moral e intelectual, sin embargo, ostentaban gran poder político y económico, y mataban a quienes desafiaban ese estatus quo en el que vivían.

La reforma del siglo XVI fue motivada por el celo y la devoción genuina de distintos personajes que tenían una característica en particular. “AMABAN LA PALABRA DE DIOS” Entre nosotros, no habrá ninguna reforma, no habrá ningún avivamiento verdadero, si en el centro y fundamento no está la Biblia como palabra de Dios.  La historia nos enseña que los avivamientos surgieron y mantuvieron cuando los cristianos se dedicaron a estudiar, compartir y vivir las Escrituras.

¿Alguna similitud con lo que vivimos hoy? ¿Con quién nos identificamos? ¿Con los líderes de la Iglesia de aquel tiempo o con los reformadores? En la actualidad ¿También hay mercaderes de la fe? ¿Se vende por dinero la salvación? ¿Realmente la Biblia es la mayor autoridad en la Iglesia de hoy en día?  En aquel tiempo, la Biblia era apetecida por muchos, pero estaba prohibida.  Hoy en día, la Biblia está disponible para la mayoría, pero es vista con indiferencia por los cristianos.

En la actualidad, y en regiones como Latinoamérica, tenemos libre acceso a la Biblia en el idioma mayoritario, el español.  También se hacen grandes esfuerzos para traducir la Biblia a todos los idiomas presentes en nuestras naciones.  La meta es que la Biblia este traducida y accesible para cada lengua en distintos formatos de acuerdo con la necesidad y preferencia de cada uno.